domingo, 30 de septiembre de 2007

ALPARGATAS SÍ, CINE NO

Empieza una semana decisiva, empezamos el último off-line, la versión definitiva en cuanto a montaje de imagen de Stephanie. Voy a hacer cambios importantes. Quizás haya que sacar toda una secuencia, un día entero de trabajo, que en un rodaje de ocho jornadas es muchísimo. Tampoco estoy sacrificando a la reina (sin alusiones a nadie), es sólo un alfil o una torre, que suma piezas pero está entorpeciendo la partida. Lo que me da cierta tranquilidad es que los cambios que le hice al comienzo de la película en enero fueron unánimemente bien recibidos, y los que le voy a hacer al final están en esa línea. Creo que voy a poder acortar un poco más la parte del medio (un mediocampo lento que se repite lateralizando) y con los nuevos diálogos va a ser más llevadera, pero es claramente lo peor de la película: el experimento de la repetición no resultó, y como no hay progresión dramática ni conflicto entre los jugadores, las improvisaciones, que son bien recibidas como actuación por su naturalidad, quedan en el aire y no despiertan gran interés. Lo que no termino de entender muy bien, es porqué no se cuestionan con el mismo rigor las películas que son de punta a punta así. Incluso a veces se pondera justamente el hecho de que no tengan ni progresión ni conflicto, un detalle que para algunos es un signo de contemporaneidad, la nueva manera de épater le bourgeois, que se levanta de su butaca en medio de la proyección para nunca más volver (lo que me parece que los mentores del nuevo cine de arte no captan es que el bourgeois se va porque está aburrido, no espantado). Quizás sea porque Stephanie coquetea con el thriller psicológico y hacer equilibrio en el borde de un género genera (vale la cacofonía y la redundancia) una expectativa que al no concretarse frustra, algo que no sucede de entrada con las propuestas del cine que Hitchcock llamaba "fotografías de gente hablando". Quizás los géneros sean como las fuentes de la Plaza de Mayo y haya que meter las patas sin asco. Yo prefiero seguir bordeándolas aunque la intelligentzia nunca se encariñe conmigo ni me diga "mi grasita, sos de los nuestros".

sábado, 29 de septiembre de 2007

REAR WINDOW

H: Tenemos también el otro tipo de fragmentos de película que crea ideas: La ventana indiscreta, una película muy cinemática. Pero hay una figura estática, en una posición, en una habitación, durante toda la película. Le diré la razón. Mr. Stewart está sentado mirando por la ventana. Observa. Nosotros vemos lo que observa reflejado en su cara. Ahora estamos utilizando la imagen, lo visual. Estamos utilizando la movilidad del rostro, la expresión, como contenido de ese fragmento de película. Veamos un ejemplo de cómo esto puede variar, esta técnica, dependiendo de lo que esté mirando: Mr. Stewart mira por la ventana. Primer plano. Corte a lo que ve. Supongamos que es una mujer con un bebé en brazos. Cortamos de nuevo a él. Sonríe. A Mr. Stewart le gustan los bebés. Es un caballero simpático. Eliminemos sólo la parte central de la película, el punto de vista. Dejemos los primeros planos: la mirada y la sonrisa. Pongamos en medio a una chica desnuda en lugar de un bebé. Ahora es un viejo verde. Simplemente cambiando un trozo de película cambiamos toda la idea. Es una idea distinta. Uno era un benévolo caballero, su carácter incluso cambió con eso. Así que a esto me refiero cuando hablo de cine puro. No tiene nada que ver con lo que son muchas películas, que yo llamo fotografías de gente que habla.

Alfred Hitchcock en Hitchcock on Hitchcock (Extracto de la nota Sobre el estilo, revista Cinema, agosto-septiembre de 1963)

De lo que habla Hitchcock sin mencionarlo, es del Efecto Kulechov (Lev Vladimirovic Kulechov, 1899-1970) quien colocó un plano del rostro del famoso actor de cine ruso del momento, Iván Mosjovkin, ante tres imágenes distintas: un plato de sopa, una niña muerta y una bella mujer. A los alumnos con los que hizo el experimento les preguntó que sensación les transmitía el rostro del personaje (hambre, pena y deseo respectivamente, a pesar de que la imagen del rostro era siempre la misma). En Stephanie, este principio clave del montaje asociado con el punto de vista, es el hilo conductor que ata la trama, a partir ya no de la mirada de los personajes sobre un objeto real, sino de su imaginación (que reconstruye una Stephanie adulta a partir de la imagen de la niña y del relato del narrador) y del recuerdo cercano en el caso del jugador de violeta, interpretado por Carlos Echevarría.

viernes, 28 de septiembre de 2007

ANÁLISIS 3: SOLEDAD FANDIÑO



El desdoblamiento también es notorio en la composición de Stephanie interpretada por Soledad Fandiño en contraste con el carácter unidimensional de las otras tres que, en tanto productos puros de la imaginación, tienden naturalmente a ser casi estereotipos de mujer (la sensual, la agresiva y la graciosa). Cuando la verdadera interactúa con el narrador en la imaginación del jugador de violeta, parece como si ya estuviera muerta, en ningún momento habla o sonríe. Sólo cuando se activa la memoria del jugador que recuerda las escenas en el río y en la habitación, Stephanie cobra vida: en las primeras, sin maquillaje, es una bella y joven mujer, dulce y vital; en las segundas, detrás de una máscara de oscuridad, puede sonreír con cinismo y hasta gritar.

ANÁLISIS 2: ANTONIO BIRABENT




Otra herramienta de trabajo utilizada en extremo para señalar esta visión múltiple y remarcar el sentido ominoso de la repetición es la actuación. El personaje del narrador, interpretado por Antonio Birabent, se desdobla en diversas conductas de acuerdo a la mirada de cada oyente en su reconstrucción mental de la historia de Stephanie: en la primera visión, la del jugador más cercano a él, se desenvuelve caballeroso y seductor, en la segunda deambula contenido y temeroso, en la tercera se muestra él más agresivo y por momentos sarcástico, y en la cuarta aparece risueño y despreocupado.

STEPHANIES

JIMENA CARATI
GAIA ROSVIAR

SOLEDAD FANDIÑO

ANA FEDERIK

ANÁLISIS 1: JUGADORES

JUAN MINUJÍN

GUSTAVO MONJE

CARLOS ECHEVARRÍA

JAVIER LORENZO

Los ambientes y vestuarios de las escenas con Stephanie están en relación de color a los utilizados para los jugadores. El primero, que viste una corbata dorada, imagina una Stephanie sensual y apetecible, vestida en tonos amarillos que predominan también en la escenografía. El segundo, el más claro crítico del narrador, lleva una corbata colorada: su Stephanie, de rojo al igual que la luz del ascensor, es agresiva y cínica. La tercera, de negro -ausencia de color-, es imaginada y recordada por el hombre de la habitación; su camisa violeta es emulada por algunos pasajes de luz azulina, mientras que los demás momentos están trabajados en una penumbra que se asemeja al inescrutable rostro de la mujer. La cuarta, proviene del anfitrión, cuya liviandad para ver todo lo hace imaginar un encuentro signado por las risas y el color verde.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

RELATO (Fragmento)


NARRADOR

...Entramos al departamento,
chiquito, dos ambientes...
Lo primero que pensé es:
"Gracias a la vieja de
mierda ahora estoy acá
con esta mina”
(Ja, ja ,ja)
Estábamos ahí, riéndonos,
hablando, los dos bastante
borrachos... En un momento
ella me dejó solo, se fue
a la cocina y volvió con
dos Scropinos más, los
tomamos, seguimos hablando,
mirándonos... De golpe se
aleja, y se va a mirar a un
espejo... Yo la dejé hacer,
me acerqué... Disfrutando de
la situación... Bueno, era
todo muy seductor, era...
Era encantador... Bueno, a
ver...
(Estabas al palo)
Sí... No, no... Je...
(Dale, pará seguí)
(Dale, ¿Qué pasó?)
(¡No interrumpan, che!)
En un momento... Pasa el
tiempo... Ya termino,
paciencia... Me siento en
el sillón, había un sillón...
Me siento, ella se acerca,
me roza la mejilla con los
labios...
(Uh, Dios mío)
Y me susurra al oído con una
vocecita suave y ronca al
mismo tiempo: “Te tengo una
sorpresa...”

LA VUELTA AL DÍA EN OCHENTA MUNDOS

La idiotez debe ser una especie de presencia y recomienzo constante: ahora me gusta esta piedrita amarilla, ahora me gusta "L'année dernière à Marienbad", ahora me gustas tú, ratita, ahora me gusta esa increíble locomotora bufando en la Gare de Lyon, ahora me gusta ese cartel arrancado y sucio. Ahora me gusta, me gusta tanto, ahora soy yo, reincidentemente yo, el idiota perfecto en su idiotez que no sabe que es idiota y goza perdido en su goce, hasta que la primera frase inteligente lo devuelva a la conciencia de su idiotez y lo haga buscar presuroso un cigarrillo con manos torpes, mirando al suelo, comprendiendo y a veces aceptando porque también un idiota tiene que vivir, claro que hasta otro pato u otro cartel, y así siempre.

Fragmento de
Hay que ser realmente idiota para... , de Julio Cortázar.


martes, 25 de septiembre de 2007

HERE´S A MOVIE THAT STOOD UP AGAINST THE SCUMP, THE DOGS, THE FILTH

De la bruma del olvido y le mépris vuelve Stephanie con ánimo de vivir. Gracias al inclaudicable aguante de Nanu Baserga estamos trabajando en un nuevo corte, más ágil, claro y contundente, algo no tan difícil en comparación con la primera versión que sólo la llegó a entender un gurú de Bangladesh con poderes extrasensoriales quien, merced a un gran dominio de su yo astral, la terminó de ver. Por momentos me siento Ed Harris haciéndole RCP a Mary Elizabeth Mastrantonio en The Abyss.

El blog, además de confesionario virtual de un director y ser humano recapacitando sobre sus actos, va a ser un modo de ir poniéndolos al tanto de las etapas de la postproducción, y también de ir poniéndonos al día con los agradecimientos a la gente que nos está dando una mano para que Stephanie no termine en el panteón de los malogrados. Todas las fotos de l blog fueron tomadas por Nicolás Gerscovich durante el rodaje de Stephanie.

Imagen: Soledad Fandiño, procesada con el Microsoft Office Picture Manager. Quedó una mezcla de Samara y Kurt Cobain pero tiene algo que me gustó para inaugurar el blog.